lunes, agosto 21, 2006

Trilogía de los Buenos Vientos

Fue junio, 10 de junio. Y por unos momentos, ella parpadeó en el horizonte, faro constante que llamaba. Y fui. La duda carcomía y los pies ya se movían solos; ellos también esperaban una respuesta.


Río ancho y la piel estaba cerca.

El río es ancho de mar dulce. Y oscuro. Y el frío golpea las paredes del buque-cascarón que baila enfermo a un costado y a otro.

Cruzo. Subido al bote que baila cruzo este charco inmundo. A buscar. Sin lupa. Sin el disfraz de detective, sin necesitar pistas y datos increíbles pero sin embargo, eh, sin embargo caminar andenes infinitos porque sé que podés estar esperando un impulso de felicidad importada.
Y decidí llevarlo. Hoy te traigo un cargamento de necesidades y retribuciones, para esperar que tu pelo rubio-seda vibre al encontrarme. Y vos lenta, lenta de negro esperando que un disparo de luz te ilumine el pecho. Vos reluciendo brillo de luciérnaga para encandilar ojos desprevenidos.

Por eso me muevo. Por eso cruzo el río ancho de mar dulce. Por eso te busco. Porque la luz me llama, moscardón atrapado en el farol y a mi que me gusta girar hasta el infinito.
Buenos Vientos

El whisky amansa la sangre. Y los borbotones suicidas en el cerebro deciden deformarse y correr libres hacia los pies. Para llegar. Para conocer mundo de caminante.
A veces es bueno sentirse solo cuando mucho más que cien cabezas me rodean la existencia. Solo. Alejado del suelo.
Y los ojos wide open para aprender a ver.

Y es entonces que las luces se deforman y crecen y mutan en seres flotantes; dibujan espíritus sobre el mar mientras el sr. whisky decide descender y que el cuerpo aguante la embestida. Que para eso está.

Cruzo. De Barkir a Buenos Vientos. Ciudad. Y el nombre que calza perfecto mientras el collar de luces se extiende como horizonte.
Entonces el cielo y el agua deciden divorciarse de luz, luces intermitentes y brillos agudos. Y así está bien. Da la bienvenida.
Buenos Vientos II

Presencia de gigantes y sentir que el hormiguero está abierto y escapamos a correr por los laberintos infinitos. Y puedo gozarte, un minuto por año pero puedo gozarte. Y me pierdo como hormiga, sí, cabezas mirando ajenas, las luces apuntando al suelo y yo perdido en tu cielo de ventanas vidriadas.

Llego. Estás ahí afuera. Y la gente abre los ojos a la razón, ajenos al paraíso de luciérnagas que estalla un poco más allá.Yo te miro, Buenos Vientos, te miro con tus siluetas oscuras. Y veo perderme, sinfín en tus calles; porque hoy juego a ser nadie para todos y quizá algo para uno, que al menos el día puede empezar amanecer más brillante, quién sabe.
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.