viernes, junio 09, 2006

Aullido

Ves? No era sólo de ahora. Porque las sensaciones se iban acumulando y de alguna manera tenían que explotar. Espero que entiendas. Ruego.
Mierda el mundo, mierda vos y todo lo que pasa alrededor, gira y gira como peonza y nadie se detiene a entender nada, porque ya no hay nada para entender, porque se cayeron las corduras a pedazos y todos bailan espantados al ritmo que alguien puso.
Salten, salten para alcanzar las ideas que se vuelan. Salten, y corran atrás de algo. Algo, nadie sabe qué, pero algo.
Todo se vuelve jeroglífico, el mundo es de chinos inentendibles y yo en el medio, océano de siglas extrañas; la sopa de letras, caldo que me quema los pies pero no lo puedo beber. Nunca. Sólo mirar como se escurre por la grasera. Cómo se va.
Me seguís sonriendo, dientes de perla blanco. Y me regalás torturas. Y me regalás retorcijones. Y me regalás letras, que ahora se escupen solas en este pedazo de nada blanco y se vuelven una catarata que no puedo detener porque el mundo se hace de una manera cuando tu cara está en mi foto carnet y otro muy diferente cuando saludás desde tu piso 12 del palacete, lejos, donde te gusta estar.
Soy siervo, abajo, en el piso empantanado. No puedo subir tus escaleras, porque no paso por ellas. Vos en tu mundo de burbuja, inaccesible. Y allá vas, rodeada de cruces de plata, playas de millón de dólares y el sonido de algún motor.
Yo soy hormiga, mezclada entre cientos de antenas coloradas y negras que chocan entre sí, sentido perdido y la brújula también y las ganas, ah las ganas de poder caminar chiquito por tu muñeca hasta el cuello fino, delicado, y la oreja que es tobogán y yo hormiga que me deslizo.
Gracias por irte. Y a veces gracias por volver. Y cuando pienso que estoy curado, cuando pienso que siete mil capas de lava te sepultaron tan adentro que no podré sacarte nunca más, en ese momento me regalás un timbre de voz y las alarmas se disparan. Y podés retorcerme las tripas de esa manera, luego colgadas a secar al sol para usar de carnada en las pirañas.Hoy te pido algo. No vuelvas tantas veces. Quedate callada. Quieta. Yo te miro. El ojo brilla en la oscuridad y siempre sé donde estás. Quieta. No te muevas. Sigo el resplandor azul, arena fina en la nuca. Shhh. Dejame una vez. Sólo una vez.
14 de Febrero de 2006
No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.