Trilogía de los Buenos Vientos
Fue junio, 10 de junio. Y por unos momentos, ella parpadeó en el horizonte, faro constante que llamaba. Y fui. La duda carcomía y los pies ya se movían solos; ellos también esperaban una respuesta. Río ancho y la piel estaba cerca. El río es ancho de mar dulce. Y oscuro. Y el frío golpea las paredes del buque-cascarón que baila enfermo a un costado y a otro. Cruzo. Subido al bote que baila cruzo este charco inmundo. A buscar. Sin lupa. Sin el disfraz de detective, sin necesitar pistas y datos increíbles pero sin embargo, eh, sin embargo caminar andenes infinitos porque sé que podés estar esperando un impulso de felicidad importada. Y decidí llevarlo. Hoy te traigo un cargamento de necesidades y retribuciones, para esperar que tu pelo rubio-seda vibre al encontrarme. Y vos lenta, lenta de negro esperando que un disparo de luz te ilumine el pecho. Vos reluciendo brillo de luciérnaga para encandilar ojos desprevenidos. Por eso me muevo. Por eso cruzo el río ancho de mar dulce. Por eso te busco. Porque la luz me llama, moscardón atrapado en el farol y a mi que me gusta girar hasta el infinito. |